¿Llorar es para débiles?
- Mayrautora
- 20 sept 2023
- 2 Min. de lectura
Mostrar tus emociones es una ventaja evolutiva
Qué los niños valientes no lloran porque se ven mal, que las niñas bonitas no lloran porque pierden la compostura… y tristemente crecemos sintiendo que somos muy valientes y fuertes por el hecho de no llorar delante de nadie y aún peor, tampoco nos lo permitimos ni siquiera cuando nadie nos mira. Para colmo, nos disculpamos cuando derramamos alguna lágrima al escuchar una canción, cuando se nos muere la mascota o leemos alguna frase que nos identifica: “ay perdón, una disculpa”. ¿Disculparte por ser y sentir?... no creo que sea la mejor de las ideas. La composición química de las lágrimas no es la misma si lloras de risa que de tristeza y las lágrimas de dolor, tienen un antidepresivo natural: así de maravilloso es el cuerpo humano.
Llorar no debería de colocarnos en un lugar de vergüenza o culpa por resultar no ser “lo suficientemente fuerte” porque no es esa su función: constituye una importante ventaja evolutiva al servir para demostrar a otros que necesitamos ayuda, empatía y apoyo, como algo básico para afianzar nuestro sentido de pertenencia a un grupo y como una importante herramienta de resolución de conflictos; y en el plano terapéutico, nos proporciona una sensación de alivio al soltar el llanto y sentir que algo dentro se ha liberado y hemos soltado una gran peso de encima nuestro.
Y en el terreno del género, se espera que los hombres la expresión del llanto sea mínima y solo como consecuencia de emociones como la agresión o la frustración por el contrario de las mujeres, en quienes es más aceptable llorar en público incluso a partir de felicidad en momentos especiales… qué peligroso es que las voces y opiniones a nuestro alrededor se nos graben a fuego en la cabeza convirtiéndose en un mini juez que nos vigila y regaña todo el tiempo, a tal punto que esté muy aceptado y aplaudido el hecho de que alguien diga “yo soy muy fuerte, por eso no lloro ni necesito nunca de nadie”… llorar nos relaja, tranquiliza y nos ayuda a procesar las emociones, haciéndole saber a tu cuerpo que estás dejando salir algo que te lastima y te hiere, por lo que inhibir el llanto puede derivar en trastornos emocionales y depresivos; recibir las emociones como información y no como el enemigo a vencer, te ayudará a gestionar su impacto e intensidad.
Enmascarar los verdaderos sentimientos fingiendo que todo está bien, solo genera culpabilidad y hasta nos hace pensar que algo anda mal con nosotros por no sentirnos felices y positivos todo el tiempo. Llorar nos distingue de una roca, así que date permiso de desahogarte y limpiar tu alma con las lágrimas del dolor y del perdón…

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