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Terminamos…

  • Foto del escritor: Mayrautora
    Mayrautora
  • 5 jul 2023
  • 2 Min. de lectura
El dolor del desamor

La ruptura con una pareja duele y mucho, tanto a nivel físico como emocional: no lo minimices ni te avergüences, porque de verdad duele. Cansancio, malestar, presión en el pecho, insomnio, ansiedad, depresión, alteración en el peso y en el sistema inmunológico y hasta problemas cardíacos, son algunos de los síntomas más comunes del desamor. Y sentirlos está bien. Y no negarlos está aún mejor.


Y es que es inevitable acostumbrarse y adaptas todo en tu vida al hecho de vivir junto a alguien por lo que al separarte, es normal que todo se desequilibre y se desencadenen toda una serie de reacciones a nivel físico y emocional para ajustarte a la nueva realidad en la que esa persona ya no está: se sustituye la dopamina y la oxitocina del enamoramiento por el cortisol y la epinefrina del estrés. Lo anterior, provoca que el cerebro envíe mucha sangre a los músculos para ponerlos en modo de defensa, estos se hinchan y por eso nos duele la cabeza, el cuello y tenemos esa sensación de opresión en el pecho. Obvio que para ejecutar todas estas tareas se genera una ansiedad y tensión del terror, lo que deriva en insomnio, falta de claridad mental y hasta depresión.


Desafortunadamente la afectación no se queda ahí: a nivel emocional, te la vives como zombie, con una sensación de vacío, de no querer estar, de no poder seguir y preguntándote una y otra vez qué salió mal y porqué te sucedió esto precisamente a ti: sí, el muy famoso síndrome de abstinencia bajo el cual, algunos nos apuramos a encontrar rápido algo que sustituya a nuestra fuente perdida de bienestar y caemos (me cuento entre ellos) en el litro de helado, la botella de tequila, el kilo de alitas fritas, la tarjeta de crédito a tope por compras innecesarias, los juegos de azar y hasta andar con el primero o la primera que se te atraviese por la calle. Los neurólogos, estiman que regresar a los niveles de dopamina previos a la ruptura, por cada año le cuesta a los hombres 28 días y a las mujeres 90 días… ahora entiendo todo ¡!


Cuando perdemos a alguien ya sea por ruptura o por muerte, no solo se pierde a la persona en sí, sino todo aquello que representaba para nosotros: le lloramos al amor, pero también a la convivencia, al proyecto de vida en común, a las actividades cotidianas que se compartían y a la expectativa de un futuro que al menos con esa persona ya no se cumplirá.


Dicen que el tiempo cura todo pero tampoco hay que dejarle todo el trabajo, porque no es el tiempo en sí, sino las acciones que ejecutes durante su transcurso lo que eventualmente te levantarán de esta estrepitosa caída: habrá que limpiarse las lágrimas, dejar el victimismo y amarrarse los pantalones para construirnos un nuevo destino. Genérate una nueva rutina, haz ejercicio, alimenta equilibradamente tu estómago y con sentido común tu cerebro, apóyate en familia, amigos y terapia psicológica, y sobre todo deja ya de mirar atrás, porque eso solo te hace daño, prolonga el sufrimiento y te distrae del aquí y del ahora…

Corazón roto: tristeza y estrés

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