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Toma de decisiones

  • Foto del escritor: Mayrautora
    Mayrautora
  • 1 jul 2024
  • 2 Min. de lectura
La importancia de actuar

Tomar decisiones es el pan de cada día, desde la ropa que nos vamos a poner o el menú de la comida de hoy, pasando por aceptar o no ese asenso en el trabajo y terminando con tener o no hijos o retirarse del esquema godin para volverse emprendedor. Si ya sé, que espanto, es abrumador que sea una decisión tras otra todo el tiempo. Sin embargo, nos guste o no de eso va la vida, así que lo mejor es dejar de quejarse y acostumbrarse a transformar las buenas intenciones en objetivos concretos que nos conduzcan a metas específicas y tangibles. ¿Y eso qué implica?, pues sí, que hay que elegir una cosa y renunciar a las demás y qué miedo a decidir mal ¿no?


Resulta entonces, que se nos va la vida caminando en círculos sin llegar a ninguna parte por dejar en pausa indefinida la toma de decisiones debido al qué dirán, a quedar como fracasados, a las consecuencias de habernos equivocado, al juicio externo y a la desaprobación y no desarrollamos ni ejercemos la importante y trascendente habilidad de ejecutar las acciones necesarias para hacer que las cosas sucedan.


La voluntad de elegir no es una pastillita milagrosa que te venden en la farmacia de la esquina sino un músculo del espíritu que se ejercita cada día a través de la toma de decisiones, dirigidas a pesar de lo que sea, a aquello que parece imposible pero que de algún modo percibes que es tu gran llamado. Hazle caso a tu intuición, aunque eso implique ir contra corriente del resto desafiando señalamientos y diagnósticos negativos.


Atrévete a lo que nunca has hecho, sé distinto del resto, respeta y honra tu estilo propio, “piensa fuera de la caja”. A pesar de tus malos hábitos, de tu indisciplina de años, de tus justificaciones de siempre. Descubre tu inspiración, define una estrategia y toma acción, porque solamente si estás dispuesto a hacerlo diferente de cómo lo hiciste ayer, llegarás a niveles que hoy solo son una fantasía. Deja la permisividad a un lado, ponte límites, hazte responsable de tus decisiones y asume sus consecuencias.


No te congeles por miedo, porque no decidir también es decidir e inevitablemente, también tendrá sus implicaciones. Asegúrate de mirar en ti todo lo que eres, incluyendo tu lado “B” y date la oportunidad de ir tomando decisiones y probando todo lo que eres capaz de resolver. Si sabemos con seguridad y certeza hacia donde queremos dirigir el barco, tendremos la retroalimentación necesaria para sopesar el impacto que estén teniendo nuestras decisiones y no tendremos que dudar…

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